Entré al metro normal y se me acerca una señora que me llegaba a la cintura, extendio un folletito de cartón rosa. Me dio igual y lo metí en mi morral. Subo al gusano naranja rumbo al Zócalo, me siento y saco el cartoncito para verlo; en verdad me sentí muy halagado y un poco inconforme. Pues donde debía estar el gorrito no había nada. Vean ustedes a qué me refiero.
Esto sólo crea deseo, no lo repartan si no tienen gorritos. Cualquier chico que va a visitar a su novia piensa en ir sólo a ver una película en su casa solos, agreguen este diseño sugestivo y subliminal en la portada y el explicito falo detras, y sin condón a la receta. Pero esas cosas no pasan, yo soy un pesimista.
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